El desenlace incierto luego de un tratamiento por problemas de drogas en el sujeto y los vínculos que se involucraron en el proceso del abordaje desarrollado, está conexado a la continuidad que se le da a la psicoterapia y al trabajo grupal.

En la mayoría de los casos los vínculos vuelven a funcionar como cuando la situación de drogas estaba instalada en el hogar, desconfianza, maltrato, psicopatías, pues evidentemente no han incorporado las herramientas adecuadas para manejar cada situación, no así el sujeto (hijo, hermano, pareja) que en esa instancia de reinserción social tiene la posibilidad de identificar conflictos que antes se solucionaban evadiéndose, discutiendo, consumiendo.
Ante la imposibilidad de generar relaciones responsables frente a la postura saludable del sujeto, los vínculos invaden esa “nueva normalidad” con hábitos viejos y tóxicos, esos residuos del pasado que quedaron instalados en el hogar, y funcionan como “roles naturales” donde la enfermedad flota con cierto rostro de ingenuidad.
La triste historia es que, inconscientemente, vuelven esos fantasmas que aparentemente estaban ahuyentados y toman formas una vez más, instalándose en la escena cotidiana, volviéndola nuevamente tóxica.
Aquí no hay demasiadas chances de pensar soluciones a largo plazo, el sujeto en su intimidad conquistada, debe tomar decisiones concretas y proyectar su vida en su autoestima, que permite una autonomía, hacia una existencia plena.
 
Osvaldo S. Marrochi
Presidente Fundación Esperanza de Vida – Vicepresidente AEA

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