¿Acaso el dilema de la rehabilitación y reinserción social de los sujetos con problemas de drogas, nos seguirá llevando por sinuosos caminos de intereses políticos, institucionales y obsesiones humanas alejándonos de lo verdaderamente indispensable?
Lo indispensable trata de la intimidad vulnerada de los sujetos caídos en esa trampa furtiva, donde con él, caen los vínculos y actores sociales en una cotidianeidad patológica.
La reinserción social habla de la marginación que produce el estigma una vez que el sujeto se desploma en el abuso, hasta la dependencia atroz.
No así cuando se comienza y se queda en el uso, como forma de pertenecer, pues hoy consumir es pertenecer a una visión simplista y decadente, de “estar integrado”.
Muy lejano están aquellos tiempos de rebeldía, donde las drogas, eran elementos que incidían y alimentaban lo contracultural, como una forma de estar disconforme con lo establecido, con la moralidad arbitraria, con los mandatos y dogmas de una sociedad soberbia.
Así las cosas, cuando nos ponemos detrás del mostrador a la espera de los diversos pedidos de ayuda.
¿Qué tenemos entre manos?, ¿Qué intenciones nos alimenta nuestra vocación? ¿Será vocación o un abordaje empresarial o meramente compasivo? ¿Intentaremos llegar a la intimidad trastornada del sujeto y ayudarlo, facilitarle herramientas para resurgir? O ¿Lo trataremos como un cliente para las estadísticas populares o un menesteroso? ¿Cederemos ante las urgencias familiares tóxicas y los desvelos de las intensiones facilistas y eleccionarias gubernamentales?
O nos mantendremos en eje, en nuestros valores, cimientos fundamentales de un abordaje responsable, desinteresado, solidario y terapéuticamente indispensable.
Osvaldo S. Marrochi
Presidente Fundación Esperanza de Vida – Vicepresidente AEA