(Acerca del (quizás) próximo concierto en el Luna Park de Santiago M. Charpentier)
 
Un dispositivo en el abordaje de las adicciones tiene que estar ideado desde la perspectiva de la individualidad, teniendo en cuenta los vínculos que accedan a las terapias y el contexto social.

Hablamos de un proceso diagramado, con etapas, que lleva tiempo. Cada fase tiene que estar sostenida por el crecimiento y la evolución favorable, teniendo en cuenta que se trata, en la mayoría de los casos, de largas dependencias de años de abusos.
No se puede estar bajo presiones externas que deformen la estrategia planteada entre el equipo tratante, el sujeto y los referentes. En ocasiones las demandas provienen del mismo sujeto, que al verse optimo de salud, luego de los primeros meses de una vida organizada, con horarios, orden en su alimentación y la intervención en espacios terapéuticos individuales y grupales, pueda sentir que está preparado para enfrentar situaciones cotidianas, que aparentemente son manejables, pero que en realidad, revisten complejidades que llevaran nuevamente al sujeto a recaídas innecesarias.
Un tratamiento coherente y responsable requiere de tiempo, planificación, respetar las etapas de crecimiento natural, y nunca ceder ante los intereses y demandas del afuera. Estas son las invasiones que aparentan apoyo y terminan siendo cadenas alrededor de una criatura en un circo mediático y voraz.
El estar resguardado desde una mirada responsable, sin obsesiones ni intereses que intercedan en el desarrollo del dispositivo terapéutico planteado. Tener el eje en la intimidad recobrada del sujeto y en la posible reinserción social desde otro lugar, renovado, distinto.
Pues lo que era deja de serlo. Es la única manera de sostener un proyecto de vida que suceda armoniosamente en el tiempo.
Si no estamos hablando de urgencias, poner curitas en heridas abismales. Obviando lo trascendental de esa intimidad conquistada, y desplomarse nuevamente en el afuera, en el círculo contaminado, donde éramos siluetas apáticas, adormecidas en una existencia decadente y hostil.
 
Osvaldo S. Marrochi –
Vice presidente AEA
Presidente Fundación Esperanza de Vida

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