En el circo mediático que brilla cuando aparecen víctimas “conocidas” frente al abuso de drogas, sustancias envenenadas o folletos populares. Alli saltan como monos desfigurados con navajas, panelistas, opinadores y todo el arco político hablando de temas sin tener conceptos claros acerca de lo ocurrido. Solo buscan el rédito propio para sus mentes limitadas y sus bancas parlamentarias.
También son circenses los gobiernos que dejan en manos de autoridades sin formación adecuada, ni tienen el conocimiento de la rica historia de las Ongs, una problemática tan compleja y misteriosa.
El abordaje en la prevención y la asistencia es otra historia bastante enmarañada. Las instituciones que venimos desarrollando dispositivos terapéuticos para atender a una población cada vez más compleja, requerimos adecuada formación y coherencia.
Frente a este panorama nos encontramos con las urgencias permanentes. Esas que quizás, cada tanto, dan algunos votos para que los políticos de turno lleguen al poder. ¿Para qué? Para mirar hacia otro lado. Para hacerse los distraídos. Siempre ocurre lo mismo. Un panorama nefasto.
En este contexto, los sujetos, cada vez más niños, sus deterioradas familias y las instituciones, quedamos enmarañados en un ambiente de ineficacia conceptual trágica. Pues, al no haber ejes definidos en los diversos abordajes preventivos asistenciales, caemos en lo discursivo. Donde cada uno tiene su verdad. Esa que nos atrapa en su certeza sin cuestionamientos, tan necesarios, para que haya cambios verdaderos, reales. Sostenidos en el tiempo.
Abrir la cabeza a nuevos paradigmas no significa negociar principios, valores. Implica estar atento a lo que acontece dia a dia. Aggiornarse tiene el ideario de crecer, de ofrecer respuestas a demandas concretas. Nunca será un espacio para relegar nuestra solidaridad frente a los intereses mediáticos y políticos.
El sujeto, con su intimidad desgarrada, sin valorización de su existencia, en ese lugar de víctima y victimario, con sus miedos e inseguridades. Él es nuestro objetivo. Alli debemos poner nuestra mirada. Siempre alli.
Osvaldo S. Marrochi –
Presidente Fundación Esperanza de Vida – Vicepresidente AEA